Querida amiga:
Aunque hayan pasado dos años desde que te marchaste de esta ciudad, no he dejado de pensar en ti, no se me olvidan aquellas horas que pasábamos juntos y hablábamos de todo un poco.
Indudablemente el tiempo no regresa, pero cuántas ganas de hacerlo retroceder tengo, para poder darte tantos abrazos como solíamos hacerlo. Esto me hace pensar que a pesar de la distancia y el tiempo, la verdadera amistad no caduca.